martes, 29 de diciembre de 2015

La Realidad como fábula

No me gustan las etiquetas, ni los estados que delimitan tu situación.
Me gusta lo que sientes, lo que sueñas, lo que proyectas, lo que ves en ti y a tu alrededor.
Para mí, lo que eres, es lo que te define, no el designio de una palabra ni un adjetivo supremo posterior, sino el propósito que conserva tu esencia y lo que muestras constantemente con tu acción.

Me he dado cuenta que la mejor relación que puedes desear, es la que consigues mantener contigo mismo. Siempre dije que para compartir la pureza de un amor sano, antes debes encontrar el amor en ti. Un amor humilde, inocente, sin dudas ni miedos, sin máscaras ni apegos. Un amor libre de culpas y necesidades. Un amor generoso, sin dolor, sin vendas ni rencores. Un amor que no sangre con la mentira del ego y sea valiente, sin restricciones. Porque ese amor sensato que se encuentra en lo más profundo de tu alma, ese amor sin principio ni fin que recorre mares, océanos, que atraviesa continentes y viaja instantáneo en el espacio... ése y no otro, es el amor infinito que soy, anhelo y paciente trabajo.

No quiero lo breve que hay hoy, lo rápido y sencillo de empezar cada vez algo nuevo. Prefiero lo extraordinario de quedarme, entregarme, ver qué sucede y librar contigo la batalla, si es necesario. Aprendí que dar es compartir y al compartir, multiplicas tu legado.

Lo creas o no, la duda no surge precisamente de mis palabras. Hoy todo es posible, hasta que la duda ya viva en ti y tu concepto de relación siga girando en torno a aquello que, quizá un día, diste de lado. Si tienes a tu favor la inocencia, inequívocamente te ayudará a descubrir la emoción de un paisaje que nunca cambió.

Recuerda... La verdad está en la piedra, en la roca, en las historias compartidas, en el paso del tiempo, en lo frágil de nuestra relación, en lo sutil del vínculo que nos une, en el suspiro que nos eleva y nunca se aleja, en las líneas de tu mano, en cada estrella, en los hilos de esa madeja que nos proponemos desliar. En lo invisible de tu presencia y lo palpable de nuestra ausencia.
La verdad está en los ojos, no de quien mira, sino del que observa.
Porque puedes dudar de lo que piensas, pero no de aquello que, sin querer, llegas a sentir y a veces, encierras.

Son fechas en las que no faltan momentos para brindar. Hoy levanto mi copa por los que creen y el amor les alegra, porque así en sus vidas, tendrán asegurada su existencia.



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